El hombre de pelo espeso y bigote pronunciado leía una solicitud que se le había enviado. Era una petición para organizar un cuerpo de servidores públicos que se llamarían “serenos” y que velarían por la seguridad de la ciudad de Guatemala todas las noches. Era 1842 y la Polícia estaba lejos de existir. Además, en la carta le pedían autorizar la implementación del alumbrado público, para evitar que las calles estuvieran oscuras. “¿Quién requiere seguridad y luz en un lugar tan tranquilo como la ciudad de Guatemala?” pensó, y luego arrugó la petición que terminó en la basura. Cuatro meses después se le alumbró el foco, o mejor dicho el farol, y ordenó el establecimiento del grupo policiaco además de luz pública todos los días. Esta persona era Rafael Carrera, Jefe de Estado, y ésta es la historia de cómo cambió de parecer…